Hubo una despedida sin adiós
y las fuentes siguieron llorando.
Al destierro con doce estrellas lacias,
y el desierto duró siete años.
Se apagaron sin ti las canciones,
se agostaron los campos.
Se encogió el mapamundi del cielo
de mi mundo soñado.
La esperanza ondeó a media asta
en su mástil de barro
y las olas borraron la huella
gentil de tus pasos.
Han pasado en los dedos del Padre
las lunas
como cuentas del santo rosario
y en mi brújula queda una llama
que alienta temblando.