Cuando los sueños son apenas jardines de lágrimas artificiales
y la Esperanza es una hoguera extinta,
dime tu nombre,
la dirección postal completa de tu nido
—«Señor, ¿en dónde moras?—.
Acaso pueda
programar mi GPS vacilante
para encontrar tu abrazo.
Es precioso!
ResponderEliminarQue siempre encuentres ese abrazo.
Aquí te dejo el mío.
¡Gracias, compañera!
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