Hace algunas páginas (virtuales), hablaba de los «cálidos rinconcillos» donde algunos autores me habían acogido tan cariñosamente, cada cual a su manera. Ahora es Andrea Pelegay (con quien he tenido el privilegio de compartir un taller de escritura) la que, en su blog Perros que olfatean flores invisibles, le ha hecho un hueco entre cojines verdes y naranjas a un pequeño texto que escribí a vuelapluma en una libreta de pastas duras, durante una espera en la estación de Burgos.
¡Gracias mil, Andrea!
Dejo aquí el vínculo a esta pieza, titulada Los últimos versos. El mismo post ya está enlazado también en la sección «En otras provincias virtuales», al margen derecho de este mi propio blog.
Muy bueno, Mir.
ResponderEliminarDe lo mejorcito del blog.
Gracias, guapa :-)
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