Guía para una puntuación más rica y consciente
de José Antonio Millán
RBA editores
Está muy bien el libro que recomendó Isabel: Perdón, imposible. Guía para una puntuación más rica y consciente, de José Antonio Millán.
- En primer lugar, se trata de un libro muy accesible, un libro para todos, escrito con mucha lógica y sentido común. Habrá por ahí un montón de obras técnicas, muy exhaustivas y rigurosas, pero áridas como el mismo desierto. Esta, en cambio, la leemos casi «de paseíllo». No nos aburrimos ni un minuto, al tiempo que aprendemos —o repasamos— un montón.
- Creo que lo que más me ha gustado es que es un libro muy ameno. En algunos momentos, hasta divertido. Es muy buen profesor este José Antonio Millán (de quien no había oído hablar en mi vida). Es, como a mí me gustan, uno de esos maestros «de la vieja escuela», que salpican sus explicaciones con ejemplos, anécdotas, reglas mnemotécnicas…, resultando una obra muy «visual». Esas «imágenes» hacen que se nos queden las cosas.
- Me encanta el hecho de que conjuga la historia y las nuevas tecnologías. Con él nada es «marciano». ¡Todo parece tan fácil, tan lógico! Vemos que las cosas no son «porque sí», sino que todas tienen un motivo. No hay ruptura en la historia, sino continuidad y evolución.
- Además, no es un «tocho», sino un libro pequeño (172 páginas), hecho para leerlo, no para consultarlo como un manual de instrucciones (aunque también para esto sirve).
- En los casos en que existen dos «escuelas» (dos maneras distintas de abordar la misma cuestión), ofrece el criterio de las dos.
- Y si algo echaba en falta, lo he encontrado todo por arte de magia en el último capítulo.
- Aunque hay cuestiones que no se tratan en el tema correspondiente (por ejemplo, hay cosas de las rayas que se abordan en el capítulo dedicado a los paréntesis), se puede utilizar como libro de consulta, gracias al índice de conceptos que incorpora al final.
En resumen, es una obra muy recomendable (por su manera a la vez sencilla, amena y rigurosa de explicar el tema), y satisface las necesidades de cualquiera, incluso a nivel profesional, o casi.
A nivel particular…
Me he llevado una buena sorpresa cuando, al hablar de los tres tipos de comillas, veo que escribe lo siguiente: «nos permiten manejar varios niveles de cita (como muñecas rusas una dentro de otra)». (¡¡!!). Os juro que no había leído este libro cuando utilicé la misma imagen para hablar sobre las comillas. El ejemplo de las matrioskas se me ocurrió a mí solita (de hecho, lo uso con mis alumnos adultos para explicarles lo que son tablas anidadas).
Ah, este señor es de los míos: no pone un montón de comas de esas que otros sí ponen, ja, ja, ja… Pero a la vez, en algunos de los ejemplos con los que ilustra sus explicaciones —de muy diversa procedencia ellos: literatura «culta» o «popular», Internet, anuncios, libros de cocina, etc.—, dice aquello de: «Aquí me falta una coma en…» o «Aquí me sobra esta coma». Encantador.
Y os dejo con dos citas:
«En cualquier caso, una norma que jamás debería olvidarse es mantener de manera uniforme la decisión tomada a lo largo de todo el texto».
«Que en el momento de empuñar el bolígrafo o golpear una tecla para escribir un signo de puntuación el lector [entiendo que quiere decir “el escritor”] se sienta al tiempo inmerso en una tradición de siglos, y libre para dar expresión a sus ideas: uno no puntúa para dar gusto a los especialistas, sino para comunicarse con sus semejantes».
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ResponderEliminargeneric paxil