Cambió tu nombre
a la dulzura de llamarte abuela.
Dos veces madre,
nos decían de niños.
Ánfora plena,
amoroso regazo sin reproche,
refugio santo,
fuente de alegría,
juego infinito.
Sabe a bizcochos
y a manzanas asadas,
a caricia con olor a crema de manos,
a mil detalles,
mojones luminosos
de la infancia.
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