Caminé sin brújula
por calles cuyos nombres eran ecos lejanos,
descifrando inscripciones,
buscando el sol.
Mis pasos fueron cuestas circulares
como senda que asciende a un castillo,
como ladera de belén.
Buscando nortes y avenidas de Valencia,
con miedo de perderme
y con la certidumbre de no hacerlo.
¿Y dónde hallaré nido y hogar en las alturas?
Paloma blanca como las de mi infancia,
paloma gris como las del tejado,
paloma de ciudad que perdió el campo
junto con el norte magnético.
En casa estudio planos
que me ayuden a comprender el mundo.
Me acompañan los nombres literarios:
Cervantes, Romancero,
Calderón de la Barca…
Y siempre llego al punto de partida.
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