Donde la luz se quebró en lágrimas de LED
que intentaban, azules, devolvernos en vano el espíritu de antaño.
Donde las cuatro hojas marrones que aún les quedaban a los árboles
quisieran ser fogata que calentase al niño,
María y José caminaban buscando un año más posada,
y un año más no había sitio en nuestro corazón
para el Amor recién nacido.
que intentaban, azules, devolvernos en vano el espíritu de antaño.
Donde las cuatro hojas marrones que aún les quedaban a los árboles
quisieran ser fogata que calentase al niño,
María y José caminaban buscando un año más posada,
y un año más no había sitio en nuestro corazón
para el Amor recién nacido.
Pero Él insiste, naciendo y renaciendo,
conquistador de ánimos sin ejército alguno,
en mantener ardiendo la esperanza.
Aun en medio de montañas de regalos,
de orgías hipercalóricas
y bolas de colores.
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