Espinas y nieve,
resbala en la noche el camino.
Veló la blancura,
veló la negrura,
velaron las lágrimas
el rumbo preciso.
¡Son ya tantos años,
son ya tantas huellas
en suelo enemigo!
Verdean los campos
y duerme la luz en el fondo del pozo escondido.
A cubos la izara,
subieran mis brazos
lo que es solo mío.
Este poema me ha llegado al alma, querida Mir.
ResponderEliminarUn abrazo.
De mi alma salió, niña mía.
EliminarOtro para ti.