Cantaba la esperanza y era su voz el trigo,
el imposible verde de los campos de abril.
Lloraba el cielo todas las lágrimas del mundo
sobre la tierra roja en un llanto sin fin.
Y el autobús rodaba carretera adelante,
portador de pesares y de sueños en flor,
de citas juveniles concertadas por móvil,
de capazos y tortas de la gente mayor.
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