Va el moisés de mi niña
por las aguas del río
y no da con un puerto
que, con brazos abiertos,
la resguarde del frío.
Atrás quedan ya el rojo,
el verde, el amarilo…
Le dicen: «Hola, vete,
que para ti no hay sitio».
Y ella crece
a la par que navega
por las aguas del río.
«¡Un día seré grande
y me abriré camino!».
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