He decidido que el tiempo se enmarque en rincones de luz soleados, y en las estancias jugarán las palabras o volará el espíritu, en busca de esa bailarina duendecillo que habita dentro y más allá de las llamas: esa hadita llamada Maravilla. Y luego, ¿qué? Buscar su documento nacional de identidad o sus señales por los rincones soleados o los desvanes de esta vida encajada entre edificios grises. Tal vez encuentre una caracola rosada que me deje oír el mar. O acaso, ni siquiera eso. Pero que al menos se me dé recordar que tengo el cielo azul por encima —muy por encima, es cierto— de mi cabeza, y que el Artífice de mi esperanza me sigue tocando con los rayos solares, pentagrama de su canción hermosa y única, la que lleva mi nombre. Poner en la divisa de mi escudo que soy amada, a pesar de todos los pesares.
Mir, precioso.
ResponderEliminarSi se pudiera enmarcar el tiempo, yo entre otros, enmarcaria el tiempo del Proyecto con tod@s.
La esperanza y las ilusiones van de la mano,
los sueños van en el corazon
y en la mente: los recuerdos...
Ana María Cantero
Una gran decisión.
ResponderEliminarEs precioso.
Yo enmarcaría los pequeños momentos felices pasados en minúscula.
Abrazos.
¡Gracias, chicas!
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