El blog de María Isabel Redondo.
Cita: de estos aires nunca se preocupa uno desde el valle.
Imagen: una niña sentada en un valle. A su espalda está el mar y, más allá, una montaña azul en cuya cima brilla una estrella.

Imagen:La niña se ha puesto de pie, y ahora mira hacia el mar, la cumbre y la estrella.

miércoles, 11 de julio de 2012

El pavo real

Viene de la foto del pavo real que puse en la entrada El rey del Campo Grande.

pavo real con la cola abierta, ha girado ligeramente

El pavo real
—pechuga azul inconcebible—
ha abierto su abanico
que despliega mi infancia,
tesoros que él guardaba en su imperial custodia
de esferas de esmeralda y lapislázuli.

Me los enseña
—¡Niña yo!—,
me los regala o presta
entre banda sonora y aromática.

Una falda escocesa que, jugando, llenaba de arena.
Una barca de sueños que no fue para mí.
(Más tarde, mi hermano me hablaría de piratas e islas fantásticas).
Ropa de domingo.
Mañanas con abuela y pavos reales.
Tardes con padres o abuelos.
Ancianos endomingados se sientan en los bancos.
Olor a estanque.
Patos, cisnes, barquillos...

Verde, verde, todo verde,
fresco en verano,
huele a saúco.

La fuente que hace daño en la nariz.
Cloro.
«Deja beber al niño».

La pérgola, que nunca vi hasta ser mayor.
Desde su cercanía, me contaron,
oí a Víctor Manuel cantando de los valles y las minas
—míos ya para siempre—
cuando aún me desplazaba en cochecito de bebé.

La cascada, que murió antes que mi niñez primera.

Un rincón de rosales con fuente donde soñar con ser mayor.

La fuente de la fama.
No entendía.

Y más tarde,
crecer.

Amigas.

Exámenes…

Y aquella vez en que todo se heló
bajo la vara mágica de alguna de sus hadas inquilinas,
y me llevaron mis padres entre examen y examen
a ver el mundo y el espacio y el tiempo congelados.

El pavo real,
que hoy ya no es mi enemigo
y me deja acercarme
(respetuosa,
con estupor y temblores,
como se ha de acudir ante el emperador del Japón),
ha desplegado para mí su abanico de gracia
en donde guarda briznas y secretos
del instante más mío y más lejano.

Como la abuela hacía con mis dibujos,
para entregármelos intactos el día que vuelva.

pavo real con la cola recogida, visto a través de una valla

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