El blog de María Isabel Redondo.
Cita: de estos aires nunca se preocupa uno desde el valle.
Imagen: una niña sentada en un valle. A su espalda está el mar y, más allá, una montaña azul en cuya cima brilla una estrella.

Imagen:La niña se ha puesto de pie, y ahora mira hacia el mar, la cumbre y la estrella.

martes, 23 de noviembre de 2010

De sastres y de lámparas

Para dinamizar cierto foro, alguien propuso anoche el binomio fantástico sastre-lámpara. He aquí las chifladuras que salieron de mi cabecita:

El año pasado por estas fechas, fue a que el sastre le hiciera un traje de luces. Pero, después de la última "corná", lo que lleva es un chándal lleno de "lámparas". Como otros muchos, se dedica a ver obras...


El filamento deseaba un traje de noche que le hiciera brillar, y el sastre lo vistió de cristal.

Por cierto, la lámpara que hay en mi pasillo, cerca de la cocina, se puso tibia de comer chocolate de la nevera a escondidas, y un buen día ya no cupo en su traje de cristal y reventó.


Las lámparas son globos de nieve que un día, de pura tristeza, se convirtieron en lágrimas.
Los copos, airados, se volvieron chispas.
Y el aire de su interior se enrareció hasta hacer imposible la vida.
Pero cada uno de estos mundos inertes se trascendió a sí mismo y llegó a ser semilla de luz.

lunes, 22 de noviembre de 2010

PERDÓN, IMPOSIBLE, de José Antonio Millán

PERDÓN, IMPOSIBLE
Guía para una puntuación más rica y consciente
de José Antonio Millán
RBA editores

Portada del libro Perdón imposible

Está muy bien el libro que recomendó Isabel: Perdón, imposible. Guía para una puntuación más rica y consciente, de José Antonio Millán.

  • En primer lugar, se trata de un libro muy accesible, un libro para todos, escrito con mucha lógica y sentido común. Habrá por ahí un montón de obras técnicas, muy exhaustivas y rigurosas, pero áridas como el mismo desierto. Esta, en cambio, la leemos casi «de paseíllo». No nos aburrimos ni un minuto, al tiempo que aprendemos —o repasamos— un montón.
  • Creo que lo que más me ha gustado es que es un libro muy ameno. En algunos momentos, hasta divertido. Es muy buen profesor este José Antonio Millán (de quien no había oído hablar en mi vida). Es, como a mí me gustan, uno de esos maestros «de la vieja escuela», que salpican sus explicaciones con ejemplos, anécdotas, reglas mnemotécnicas…, resultando una obra muy «visual». Esas «imágenes» hacen que se nos queden las cosas.
  • Me encanta el hecho de que conjuga la historia y las nuevas tecnologías. Con él nada es «marciano». ¡Todo parece tan fácil, tan lógico! Vemos que las cosas no son «porque sí», sino que todas tienen un motivo. No hay ruptura en la historia, sino continuidad y evolución.
  • Además, no es un «tocho», sino un libro pequeño (172 páginas), hecho para leerlo, no para consultarlo como un manual de instrucciones (aunque también para esto sirve).
  • En los casos en que existen dos «escuelas» (dos maneras distintas de abordar la misma cuestión), ofrece el criterio de las dos.
  • Y si algo echaba en falta, lo he encontrado todo por arte de magia en el último capítulo.
  • Aunque hay cuestiones que no se tratan en el tema correspondiente (por ejemplo, hay cosas de las rayas que se abordan en el capítulo dedicado a los paréntesis), se puede utilizar como libro de consulta, gracias al índice de conceptos que incorpora al final.

En resumen, es una obra muy recomendable (por su manera a la vez sencilla, amena y rigurosa de explicar el tema), y satisface las necesidades de cualquiera, incluso a nivel profesional, o casi.


A nivel particular…


Me he llevado una buena sorpresa cuando, al hablar de los tres tipos de comillas, veo que escribe lo siguiente: «nos permiten manejar varios niveles de cita (como muñecas rusas una dentro de otra)». (¡¡!!). Os juro que no había leído este libro cuando utilicé la misma imagen para hablar sobre las comillas. El ejemplo de las matrioskas se me ocurrió a mí solita (de hecho, lo uso con mis alumnos adultos para explicarles lo que son tablas anidadas).


Ah, este señor es de los míos: no pone un montón de comas de esas que otros sí ponen, ja, ja, ja… Pero a la vez, en algunos de los ejemplos con los que ilustra sus explicaciones —de muy diversa procedencia ellos: literatura «culta» o «popular», Internet, anuncios, libros de cocina, etc.—, dice aquello de: «Aquí me falta una coma en…» o «Aquí me sobra esta coma». Encantador.


Y os dejo con dos citas:


«En cualquier caso, una norma que jamás debería olvidarse es mantener de manera uniforme la decisión tomada a lo largo de todo el texto».


«Que en el momento de empuñar el bolígrafo o golpear una tecla para escribir un signo de puntuación el lector [entiendo que quiere decir “el escritor”] se sienta al tiempo inmerso en una tradición de siglos, y libre para dar expresión a sus ideas: uno no puntúa para dar gusto a los especialistas, sino para comunicarse con sus semejantes».

Enséñame

Sé mi fuerza,
aunque no estés aquí.

Dame luz,
aunque ya no haya estrellas.

Y, si puedes,
enséñame a construir en el desierto,
a cantar en la noche,
a sentarme en la orla de tu manto,
y a abrazar con ternura la niebla.

domingo, 21 de noviembre de 2010

EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO, de Viktor Frankl

Una amiga del alma me ha regalado este libro, que no es de autoayuda sino de Psicología. La verdad es que no me apetecía mucho leerlo, dados la temática y mi estado de ánimo, pero "vale" más de lo que parece, de una forma sencilla y profunda, como lo es la sabiduría de la vida... Con él os dejo:

Portada de El hombre en busca de sentido

Tiene sentido lo que dice este hombre, aunque otra cosa es ponerlo en práctica. Se trata de una sabiduría de la vida, de una sabiduría que conocemos: la sabiduría que ejerció con nosotros nuestra madre (nuestros padres, nuestros educadores), la sabiduría del yoga o de la religión bien entendidos, la sabiduría que, si la fortuna nos sonríe, practicamos con los amigos. Pero no por conocida deja de ser nueva: tenemos que reaprenderla y ponerla en práctica.


Resumen:

Lo que nos motiva es encontrar el sentido de la vida. Cada uno el suyo. «Felizmente, todos somos únicos» (J. F. Moratiel). Porque «el que tiene un por qué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo» (Nietzsche).

No importa que no esperemos nada de la vida; lo importante es lo que la vida espera de nosotros: esa tarea que solo nosotros podemos realizar. Algo nos espera: la persona amada, una obra creativa…

Lo importante es nuestra actitud ante las circunstancias. Esa «libertad interior» de poder elegir cómo las encaramos.

Vivir la realidad como algo irreal tiene sus riesgos: perder el dominio de la vida, desentenderse de las posibilidades de hacer algo positivo.

La frustración existencial es una angustia espiritual, no una enfermedad. No hay que vivir una vida en equilibrio, sino una vida que merezca la pena ser vivida.

Tres modos diferentes de descubrir y realizar el sentido de la vida:

  • realizando una acción
  • acogiendo los dones de la existencia (belleza, amor)
  • por el sufrimiento (el evitable hay que evitarlo. Dar sentido al inevitable).

El hombre es algo más que sus condiciones biológicas, psicológicas y sociológicas, porque es libre para elegir con qué postura personal afronta esos condicionantes.


Citas:

«Aun cuando el hombre se encuentre en una situación de desolación absoluta, sin la posibilidad de expresarse por medio de una acción positiva, con el único horizonte vital de soportar correctamente —con dignidad— el sufrimiento omnipresente, aun en esa situación ese hombre puede realizarse en la amorosa contemplación de la imagen de su persona amada».

«El amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su sentido más profundo en el ser espiritual del otro, en su yo íntimo. Que esté o no presente esa persona, que continúe viva o no, de algún modo pierde su importancia».

«El humor es otra de las armas del alma en su lucha por la supervivencia». [anteriormente ha mencionado la vida interior y el arte].

«El “tamaño” del sufrimiento humano es absolutamente relativo. Y a la inversa, la cosa más menuda puede generar las mayores alegrías».

«Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino— para decidir su propio camino».

«El talante con el que un hombre acepta su ineludible destino y todo el sufrimiento que le acompaña, la forma en que carga con su cruz, le ofrece una singular oportunidad —incluso bajo las circunstancias más adversas— para dotar a su vida de un sentido más profundo. Aun en esas situaciones se le permite conservar su valor, su dignidad, su generosidad».

«Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud ante la vida. Debemos aprender por nosotros mismos, y también enseñar a los hombres desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros».

«Habíamos perdido la capacidad de alegrarnos y lentamente teníamos que volver a aprenderla».

«La preocupación, o la desesperación, por encontrarle a la vida un sentido valioso es una angustia espiritual, pero en modo alguno representa una enfermedad».

«El hombre no necesita realmente vivir sin tensiones [en equilibrio], sino esforzarse y luchar por una meta o una misión que le merezca la pena».

«El sentido de la vida difiere de un hombre a otro, de un día a otro y de una hora a otra».

«Obra así, como si vivieras por segunda vez y la primera vez lo hubieras hecho tan desacertadamente como estás a punto de hacerlo ahora».

«Al declarar al hombre un ser responsable y capaz de descubrir el sentido concreto de su existencia, quiero acentuar que el sentido de la vida ha de buscarse en el mundo y no dentro del ser humano […] La auténtica meta de la existencia humana no se cifra en la denominada autorrealización».

«Ser hombre implica dirigirse hacia algo o alguien distinto de uno mismo».

«Todo ser humano posee la libertad para cambiar a cada instante».

Los nervios de las bóvedas...


Los nervios de las bóvedas sin hojas del paseo de la Isla.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Calvos

Árboles sin hojas
... y, por supuesto, los árboles del río al final se quedaron calvos.

Artículos relacionados: Los árboles del río.