El blog de María Isabel Redondo.
Cita: de estos aires nunca se preocupa uno desde el valle.
Imagen: una niña sentada en un valle. A su espalda está el mar y, más allá, una montaña azul en cuya cima brilla una estrella.

Imagen:La niña se ha puesto de pie, y ahora mira hacia el mar, la cumbre y la estrella.

sábado, 11 de noviembre de 2017

Amigos

   La pequeña Inés marcha hacia las afueras del pueblo con su sillita plegable y un cuento debajo del brazo. En pleno campo, encuentra un sitio tranquilo bajo un pino, despliega su silla y se sienta a leer a la sombra. Pasa el tiempo. Inés llora por el triste destino de la Sirenita y sus lágrimas caen sobre las páginas del libro dejando huellas redondas. Sobre su cabeza, el pino llora por la suerte de algún hermano suyo convertido en silla infantil o en papel. Llora agujas verdes con olor a verano y a resina que pinchan a la niña sin hacerle apenas daño. Conmovida, esta se levanta de su asiento, se abraza al grueso tronco y apoya la cabeza contra la áspera roña. Bajito, casi como le hablan las ardillas, empieza a contarle sus secretos. Él quisiera tener un hueco en su tronco donde poder guardarlos.
   A la mañana siguiente, Javier, que ha hecho novillos en la escuela, vuelve cabizbajo del río donde no ha pescado nada. Lleva su caña al hombro y su cesta vacía. «¡Vaya día perdido!, murmura entre dientes y se sienta, cansado, sobre una alfombra de tamujas, a la sombra del pino más frondoso del pinar. Se saca una navaja del bolsillo, corta un trozo de roña —al pino ni le duele— y comienza a tallar una barca mientras silba una alegre tonada que aprendió de su abuelo. La próxima vez que vaya al río, la barca flotará llevando algún tesoro hacia la mar lejana…
   Cuando Inés vuelve a su rincón de lectura favorito, lleva consigo un cuaderno escolar en donde escribe su primer poema. Como es secreto, lo esconde en un pequeño hueco que ha encontrado en la corteza de su pino.
   Pocos días después, sus versos, pasajeros en la barca de Javi, navegan sin temor hacia el mar infinito.