El blog de María Isabel Redondo.
Cita: de estos aires nunca se preocupa uno desde el valle.
Imagen: una niña sentada en un valle. A su espalda está el mar y, más allá, una montaña azul en cuya cima brilla una estrella.

Imagen:La niña se ha puesto de pie, y ahora mira hacia el mar, la cumbre y la estrella.

viernes, 25 de julio de 2014

Mañana

En el bulevar de sombra
los tilos huelen a miel.
El sauce sabe de infancia
de tanto jugar en él.

Buen día saluda el alba
trazando un camino azul.o
La torcaz y el mirlo cantan
a esta mañana sin luz.

martes, 22 de julio de 2014

Canto de ausencia

Acaso busque huellas
en el ciberespacio
de tu presencia.

Acaso el mundo
como un reloj de arena
cambie las tornas
a un alba nueva.

Acaso la nostalgia
viaje cifrada en bits de estrella a estrella.

martes, 15 de julio de 2014

Bajo el Puente de los Deseos

   Bajo el Puente de los Deseos vive una familia que no cumplió el suyo.

lunes, 14 de julio de 2014

La doncella con el corazón de cristal

   La doncella con el corazón de cristal tenía, coronando este como al Sagrado Corazón de Jesús, una guirnalda de espinas cuyas agudas aristas se le clavaban en los sentimientos ahogando prácticamente cualquier conato de felicidad. Lloraba lágrimas de arena que incrementaban el sinnúmero de las estrellas del cielo que se miraban en la playa anochecida. Salobre el mar, se hacía eco en sus olas del canto no nacido, de la tristeza no vertida en notas ni en versos que atormentan y curan cual roderas de fuego. Y era niña, niña de muchos años y de múltiples vidas en sus ojos violetas de niebla. En su centro, la imagen de un refugio, una cabaña-hogar donde arde el fuego rojo de la esperanza.
    Un amante peregrino trenzara hace mil años sus cabellos de trigo con flores bendecidas. Nadie osó deshacer aquel entramado de oro que al verlo recordaba ese cuento de la doncella hilandera y el Enano Saltarín.
   Su vestido, tejido por las hadas guardianas de su nombre, consistía en varias capas semejantes a pétalos de seda o alas de mariposa, protectores de un cáliz estéril, cueva delicadísima para un manantial yermo.
   Caminaba descalza, y sus pies recordaban los cabellos de nieve de su abuela. Sobre la arena finísima, escribían en la arcana lengua íntima del mundo la canción del alma.
   Hasta que una nota, un día, arrancada del laúd de un marino errante en su barco de velas de seda y jarcias de coral que llaman el Infante Arnaldos, quebró de parte a parte su corazón de cristal como el espejo de la Dama de Shalott.
   Con el correr del tiempo, la playa devino en una gris ciudad portuaria, y el hito que marcaba el lugar donde murió la desdichada creció hasta convertirse en la torre del Centro de Negocios.