El blog de María Isabel Redondo.
Cita: de estos aires nunca se preocupa uno desde el valle.
Imagen: una niña sentada en un valle. A su espalda está el mar y, más allá, una montaña azul en cuya cima brilla una estrella.

Imagen:La niña se ha puesto de pie, y ahora mira hacia el mar, la cumbre y la estrella.

domingo, 30 de septiembre de 2012

La orquídea

Mirad qué precioso regalo me ha hecho mi amiga de letras Isabel Jiménez Romero:

Nadie la esperaba, pero llegó. En ese momento, yo me disponía a salir. Había optado por adornar mi cuello con el colgante de cerámica que mi amiga Mir me regaló. Sonó el timbre, y su sonido sonaba a sorpresa. Corrí por el pasillo… y abrí sin detenerme a preguntar quién era. El mensajero me regaló su sonrisa de regalo de cumpleaños. Yo lo recibí con los ojos de sorpresa. Estampé una firma confirmando su llegada. Y ella entró, como si ya hubiese estado aquí, como si me conociera de siempre. Venía dentro de una caja, envuelta en papel con brillo de estrellas. Llevada por la prisa y la emoción, corté las ataduras y la descubrí: sus pétalos, casi esféricos, casi acorazonados, brillaban de blancura. La acerqué a mi pecho y oí sus latidos. Abrí el sobre de color esperanza y leí su mensaje: ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!... ¡Y CUÍDALA BIEN! Enseguida se me anegaron los ojos y se me dilató el corazón. Entonces, la vi de nuevo; tal y como es ella: grande y niña al mismo tiempo. La paseé por toda la casa, buscando el lugar, la luz adecuada… Al final, la coloqué frente al televisor, como una bailarina que se posara de puntillas. Sus flores se proyectaban y esparcían sobre el infértil cristal devolviéndolo a la primavera. Las demás plantas, recelosas, la extrañaban y admiraban. Y sin que nadie la coronara, se convirtió por derecho propio en reina de la casa. Me quedé observándola, mimándola… y conecté la música. De pronto descubrí el colgante y recordé que me disponía a salir. Añadí en la lista de compras una maceta transparente para las raíces aeróbicas de mi orquídea. La música sonaba en toda la casa. Todas, incluso la palmera que vivía dentro de la bañera, movían sus hojas al viento. Al final, se habían doblegado a su belleza. Yo también. Ahora, el sobre verde asoma en la estantería de las cosas importantes, y la orquídea ha venido a instalarse en la mesa de mi escritorio. Desde hoy, ella me guiará por este valle de letras y de sueños. ¡GRACIAS, AMIGA. GRACIAS, MARÍA ISABEL!

La orquídea, ya instalada

1 comentario:

  1. ¡GRACIAS A TI, ISA!
    ¿Sabes que ese día llevaba puesto mi colgante de Sargadelos?
    Un gran abrazo.

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