Y si acaso tu nombre
me sorpende a la vuelta de la esquina
como el abrazo fiel de un viejo amigo,
¿qué te diré entonces?
El polvo del desierto en mis sandalias,
granos de arena, sí, en mis lagrimales,
cansada del esfuerzo de perseguir la luz.
¿Me hablarás de una viña
en la primera página del álbum familiar
donde reposa el árbol genealógico?
¿Desbordarás tu gracia
en manantial de lágrimas benditas
que se burlan del metro y la balanza?
¿Pronunciará tu acento
quizás mi nombre único
como el de tus estrellas?
Es muy bonito, Mir
ResponderEliminarGracias, corazón.
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