Escribir tan solo por la disciplina, por el mero placer de unir las letras y las palabras para componer frases que reordenen el mundo: que me reordenen a mí en el mundo. Hasta en un SMS podemos volcar el corazón, si se hace bien. ¿Qué palabra mágica acertará de lleno en la diana de la hondura? Porque sabemos, todos los que escribimos, que las palabras tienen magia.
Dejar que salga todo, aunque no sirva sino como estéril desahogo. Esta provisionalidad, esta tristeza infinita, este sinsentido. En medio del caos y del derrumbe, las palabras siguen manteniendo su lógica.
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