El blog de María Isabel Redondo.
Cita: de estos aires nunca se preocupa uno desde el valle.
Imagen: una niña sentada en un valle. A su espalda está el mar y, más allá, una montaña azul en cuya cima brilla una estrella.

Imagen:La niña se ha puesto de pie, y ahora mira hacia el mar, la cumbre y la estrella.

domingo, 22 de julio de 2012

Camposanto


            Ya no sé dónde está tu sepultura, Tomás de mi alma. Porque en el camposanto, las letras de las inscripciones bailan cuando una intenta leerlas, se ven borrosas y se revuelven entre ellas. Por las noches, las lápidas se cambian de lugar unas con otras, como si estuvieran jugando a las cuatro esquinas. Por cierto que deben de hacer un ruido del demonio, pero nadie confiesa haberlas oído. ¿Dónde, pues, estarán tus viejos huesos? ¿Descansarán en paz como siempre nos aseguraron o jugarán también de tumba en tumba, intercambiándose con los de vaya usté a saber qué otros difuntos? Y tú, ¿estarás en el Cielo o también andarás bailoteando del Paraíso al Infierno con circulación sin parada en el Purgatorio? Le he preguntado a don Anselmo, el cura, y dice que no piense tanto. O a lo mejor no hay nada, como porfía el ateo del Alfredito, y entonces la muerte es como caerse a un pozo sin agua que no tiene fondo. Como apagar la luz. ¿O es que ha llegado el fin del mundo, cuando todo hijo de vecino va a resucitar?
Pero a ver, Tomás, hijo, ¿dónde te pongo yo las flores?. Claro que a lo mejor no importa y esta noche se ponen a correr de acá para allá y se quedan a hacerle compañía al muerto que les dé la gana.
Mira que si voy a empezar yo ahora con el Alzheimer, como la Paca, la de la señá Elvira...  Pero espérate a ver, que por ahí viene la Anastasia, toda nerviosa agitando el ramo de claveles y colorada como un pavo:
—¡Si estaré tonta…! ¡Que no encuentro la tumba del Cipriano!

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