El sueño me mece en su hamaca de bruma,
me lleva en su carro de espuma pequeño;
no importan las horas,
el alba o la aurora
si al ir por el mundo es en parte mi dueño.
Levanta una tienda cual velo engañoso,
cual tela de araña que enreda mi vuelo.
Sin bien saber dónde,
mi anhelo se esconde
y añosas mis alas se pegan al suelo.
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