La balanza se inclina dulcemente, vencida por el peso del platillo que alberga la cosecha de frutas escarchadas de lágrimas. Agradecida, hace una reverencia al pasado mientras levanta el otro brazo hacia el futuro, al que pide unos mínimos de luz y de esperanza mientras suenan festivas las doce campanadas de la medianoche, con sabor a uvas, champán y alas extendidas.
¡Feliz Año Nuevo!
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