El blog de María Isabel Redondo.
Cita: de estos aires nunca se preocupa uno desde el valle.
Imagen: una niña sentada en un valle. A su espalda está el mar y, más allá, una montaña azul en cuya cima brilla una estrella.

Imagen:La niña se ha puesto de pie, y ahora mira hacia el mar, la cumbre y la estrella.

martes, 2 de febrero de 2010

El contador de historias

Los libros están llenos de magia. Existen carriles en el universo que conectan entre sí las más diversas realidades, una especie de atajos, de hilos de Ariadna en la urdimbre del mundo, tendidos entre los puntos más distantes. Existen unos vasos comunicantes entre las personas. O tal vez seamos nosotros mismos, a modo de concentradores, quienes conectamos unos corazones con otros.

Sea como fuere, sumergida como estoy en la lectura de El contador de historias, de Rabih Alameddine, y aun a pesar de que la novela todavía no ha logrado «engancharme», el caso es que no hago más que encontrarme a cada paso con frases maravillosas que me remiten por asociación al recuerdo de alguna persona más o menos cercana.

Portada de El contador de historias

Empezando por el párrafo inicial, que diríase escrito para todos nosotros, los que soñamos con ser, al tiempo que intentamos con todas nuestras fuerzas serlo, escritores:

«Escuchad. Dejad que sea vuestro dios. Dejad que os guíe en un viaje hacia los confines de la imaginación. Dejad que os cuente una historia».

Y, también para todos nosotros:

«No hay nada peor que un músico reticente. Todos esos “no sé si puedo” o “la verdad es que no estoy preparado” no son más que cuentos de mierda. Si alguien te pide que toques, tú toca. Disfruta del momento y no te quejes».

Para Tali:

«La fe es el enemigo de cualquier contador de historias».

Para Káralan:

(Ismail habla sobre lel día que escuchó por vez primera a un hakawati, un contador de historias).

«¿Cómo puedo describir la primera vez que me topé con mi destino? Un fuego divino me ardió en el pecho, mi corazón brilló. En comparación mi vida hasta entonces había transcurrido a un ritmo triste e indolente. […] ojalá pudiera hacerte partícipe de lo que se siente cuando uno se alinea por fin con los deseos que Dios le tiene reservados. Había recibido la llamada».

O esta otra:

«—No es una buena historia. No nací sabiendo tocar el oúd. Aprendí luego.

»—Lo único que haces es recordar cómo se toca, querido […]. Recuperar lo que siempre has sabido».

Para Santi

«Por buena que sea una historia, lo importante es cómo se cuenta».

Y para finalizar, esta maravilla, que me ha hecho decidirme a escribir este artículo. Para todos los escritores:

«Puedes recorrer el mundo en busca de grandes historias, pero al final, las mejores vendrán a ti».

2 comentarios:

  1. Gracias, querida Mir.
    Pero la fe en uno mismo es fundamental para atreverte a contar una historia.

    Voy a comprarme el libro.

    Un besazo.

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  2. Tali, la "fe" a la que se refiere el autor en ese momento no es la fe en uno mismo, sino la fe religiosa. La frase me hizo pensar en ti por esa "fe" que a veces, a todos los que luchamos por ser escritores, nos hace "confiar" en que una historia "funcione" "porque sí".
    Aun no he terminado de leer el libro.
    Un abrazo.

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