El blog de María Isabel Redondo.
Cita: de estos aires nunca se preocupa uno desde el valle.
Imagen: una niña sentada en un valle. A su espalda está el mar y, más allá, una montaña azul en cuya cima brilla una estrella.

Imagen:La niña se ha puesto de pie, y ahora mira hacia el mar, la cumbre y la estrella.

jueves, 20 de junio de 2013

Rebeca forever


(Ganador I Certamen de Relato Breve ESMATER 2012)


Un escalofrío, que ni la calidez del vestido de novia de su abuela pudo mitigar, sacudió a Amaia cuando Jesús puso en su dedo la alianza: un aro de oro muy sencillo —como ella había pedido— con un pequeño diamante azul. En la parte interior, diametralmente opuesta a la fecha y al nombre de su amado, figuraba la palabra Algiordanza, grabada en caracteres minúsculos.
—Sí: Enrico Algiordanza, el artista italiano que diseñó el anillo —le informaría más tarde su marido, en la playa tropical donde pasaron la luna de miel.
Al regreso, el hogar conyugal le pareció a ella un sueño. Jesús había tenido el buen gusto de retirar cualquier objeto que recordara a su difunta primera esposa. No obstante, según pasaban los días, Amaia se sentía cada vez más como la protagonista de Rebeca. Le resultaba imposible sustraerse a aquella sensación de estar siendo observada, a las corrientes de aire inexplicables que la asaltaban mientras trabajaba en sus cuadros, a solas en la mansión poblada de ecos.
Después vinieron las pesadillas, que apenas remitían con las infusiones relajantes que su marido le preparaba. Probaron a mudarse al ático de la ciudad, pero el entorno no parecía afectar a sus inquietantes sueños.
Un día —llevaban ya ocho meses de casados— buscó, por hacer algo, el apellido del padre del anillo. El primer resultado devuelto por el Google le arrancó un grito que hizo temblar todas las cristaleras: «creación de diamantes a partir de cenizas funerarias de sus seres queridos». Pero tuvo la suficiente presencia de ánimo para preguntarle a Jesús, cuando volvió del despacho:
—¿De qué murió Alicia?
—De exceso de curiosidad —sonrió él, sardónico, mirando de soslayo los restos de la tisana de Amaia, más cargada que de costumbre.
Su tercera esposa tendría un par de pendientes de diamantes.

2 comentarios:

  1. Muy bueno, Mir. Felicidades!

    Un beso.

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    1. Gracias, Tali. Me alegra que te guste.
      Tu beso se me ha posado en el carrillo izquierdo. Mua.

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