Lo que sigue es solo un comentario mío que la complementa:
Esta es una de esas historias donde el escenario es un personaje más. En este caso, se trata sin lugar a dudas del protagonista (no digo coprotagonista porque casi le hace sombra a Nadie Owens).
La idea es original, y tiene la suficiente dosis de aventuras para gustar a los niños. Una historia clásica de buenos y malos, de cariños, peligros y lealtades, que no defraudará las expectativas del joven lector. El final, si bien previsible, me ha emocionado hasta a mí.
Los personajes son entrañables —Silas, Liza, Scarlett— o directamente siniestros. Una palabra, un gesto, un rasgo, son suficientes para definirlos y lograr que los veamos con claridad. Además, cada uno cuenta con su habla característica, a mi entender bastante lograda. El público juvenil sin duda se sorprenderá en algún momento, cuando alguien no es lo que parece…
Lo mejor, la sensibilidad y la dulzura con que el autor trata esta historia, haciendo de un escenario a priori macabro un lugar donde a todos nos encantaría ir a pasar una temporada. Hasta la muerte puede ser dulce.
Como puntos negativos, los siguientes:
¿Por qué ese empeño del autor en «ocultar» que Silas es un vampiro, cuando las características de todos los personajes se nombran explícitamente?
En algunos momentos, no acaba de convencerme el estilo de Neil Gaiman, que a veces es un tanto reiterativo. Por otra parte, hay repeticiones muy extrañas que podrían ser errores de traducción.
Algunas transiciones dan la impresión de que el libro es un conjunto de trozos unidos.
Cuando trata de explicar todo el misterio que envuelve al «malo-malísimo», ocurre un poco como en las novelas de Harry Potter: que no podemos aprehender aquello que se supone que nos están explicando.
Pero me ha gustado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario