El blog de María Isabel Redondo.
Cita: de estos aires nunca se preocupa uno desde el valle.
Imagen: una niña sentada en un valle. A su espalda está el mar y, más allá, una montaña azul en cuya cima brilla una estrella.

Imagen:La niña se ha puesto de pie, y ahora mira hacia el mar, la cumbre y la estrella.

viernes, 12 de febrero de 2010

Laberintos

Se sentía atrapada. De niña, pensaba que los laberintos existían solamente en las películas. De adolescente supo que, quizás, el peor laberinto era el que se decía en aquel cuento árabe: uno sin muros que rodear ni puertas que descerrajar: el Desierto, así, con mayúscula. Experimentó lo que era estar rodeada de murallas para que no tuviera más remedio que alzar hacia el Cielo la mirada. Aprendió lo que significaba encontrarse en un callejón sin salida. Y encontró que la salida, a veces, es coger un bolígrafo azul y ponerse a hilvanar frases para ordenar el mundo («No reordenas el mundo; te ordenas tú»). O, sencillamente, dejar que las cosas fluyan mientras te abandonas en las manos de Aquel que más te quiere, del Dios que «Cuenta el número de las estrellas» y «a cada una la llama por su nombre».

2 comentarios:

  1. Que casualidad, ayer pensaba que vivía en un laberinto. Creo que fué una de esas ideas que vienen flotando de alguna estrella.

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  2. Precioso, Mir.

    Un beso.

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