Tal día como hoy, tal vez como mañana,
tensé mi arco verde de silencio
y ajusté mi saeta, mi palabra,
mi alma bruñida en fuegos siderales,
a su cuerda color de la esperanza.
Y era yo, toda yo, trapecio y miedo,
trampolín y guarida, nido y alas,
ciudad edificada sobre un monte
para jamás salir de sus murallas.
Quedan aquí sus templos en ruinas,
su germen de canciones no cantadas
esperando cosechas y molinos
mientras conservaaún sitio en el mapa.
A la sombra, ¿mi mano tendrá fuerza
para empuñar aún firme la azada?
No hay comentarios:
Publicar un comentario