Al cuento homónimo de Ángela Ruano
En Madrid, como un mar de ciudades,
de caminos, cemento y cristal,
vivo yo, con mis alas de acero.
Soy un faro sin qué vigilar.
No hay señales ni luz en la noche
ni sirena que pueda alertar,
cuando el mundo se llena de niebla,
del peligro que acecha en la mar.
Tengo un sueño modesto y hermoso.
De una torre hace tiempo oí hablar
que, en el Cabo del Fin de la Tierra,
cumple fiel su misión de alumbrar.
Si tuviera la fe suficiente,
si tuviera el valor de arrancar
la raíz que me amarra a la tierra
sin dudarlo la iría a buscar.
Vagabundo cruzara los bosques
con el solo objetivo de hallar
en Coruña a mi fiel compañera
y a su lado la costa guardar.
3 de febrero de 2008
Y todos deberíamos tener el valor de "arrancarnos" y partir en busca del mar.
ResponderEliminarEl argumento no es mío, sino de Ángela, pero tienes razón.
ResponderEliminar