La luz se va en el tren que yo perdí,
con destino a playas vacacionales.
No supo retenerla mi manantial
ni se encontraba a gusto en mi nido,
hoy ocupado por urracas y torcaces.
Lavar mis sábanas, airearlas al mundo;
folios blancos como alas de palomas mensajeras
inscritos con granillos de punto de arroz
capaces de gritar con la blandura de la lana
mi nombre: estoy aquí.
En las vías jubiladas anidan arbustos.
Caminamos sobre fantasmas de raíles
por bulevares y centros de ocio,
añorando un convoy que nos devuelva a casa.
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